MAGDALENA CORREA “SUITI”

Del 14 de noviembre de 2019  al 9 de febrero de 2020. SALA B

Magdalena Correa Larrain es una fotógrafa chilena (nacida en 1968).

Estudió Pedagogía en Artes Plásticas en la Universidad Metropolitana de Chile y más tarde se licenció en Bellas Artes por la Universidad Católica de Chile. En 2003 se doctoró en Fotografía en la Universidad Politécnica de Barcelona, tras conseguir una beca Presidente de la República en Chile.

Da clases en las Universidades Pompeu Fabra y Politécnica de Catalunya, en Barcelona.

Ha realizado diversos proyectos de fotografía y video, con una temática común: paisajes desolados, aislados y difíciles de habitar.

Bosques Quemados, 1998-1999. Fotografiando durante 6 meses los restos calcinados de bosques en Lérida.

El Museo, 2001-2002. Fotografiando el edificio de la Academia de Bellas Artes de Santiago de Chile, que sirvió para su restauración posterior.

The World Trade Center, 2003-2004. Fotografía y video de este edificio del puerto de Barcelona.

Austral, 2005-2006. Fotografía y video de la región de Aysén, zona aislada y precaria de Chile.

Gobi-Atacama, 2006-2007. Fotografía y video de estos dos desiertos.

Niveo, 2010-2011. Fotografía y video sobre Bahía Fildes: Villa las Estrellas, único pueblo de civiles en el Chile Antártico.

Estos proyectos han sido la base de sus libros y de sus exposiciones en España, Chile, Estados Unidos,…

 

“Suiti”

De forma genérica, Magdalena Correa ha venido dirigiendo sus intereses artísticos a explorar aquellos territorios que se encuentran en situación de aislamiento, precariedad y olvido. Lugares donde se desarrolla una forma de vida humana que ha de soportar y aclimatarse a las duras condiciones que impone una naturaleza de gran poderío.

Se siente atraída por aquellos espacios geográficos y humanos desconocidos que coexisten de manera habitual y real a nuestra vida cotidiana, pero que no son objeto de nuestra preocupación porque vivimos instalados en la comodidad y no necesitamos preocuparnos por su existencia y porque en muchos casos, dadas las dificultades para acceder a ellos, simplemente no figuran en nuestros mapas físicos ni mentales.

Busca experimentar y convivir con la gente del lugar, llevar a cabo un trabajo de campo mediante sus dos formatos habituales: la fotografía y el vídeo. Estos dos soportes le proporcionan una “materia prima” que luego es reelaborada, re-interpretada, desde su óptica personal y presentada a través de una exposición, cuya intención es conseguir la sensibilización y reflexión del espectador sobre la vida humana que acontece en estos territorios de difícil y escaso acceso. En pocas palabras: poner de manifiesto su existencia.

Antes de iniciar el desplazamiento, estudia las localizaciones y finalmente se desplaza hasta ellas por períodos aproximados de un mes, durante los cuales la alimentación, el alojamiento y el traslado son facilitados por los propios habitantes de la zona. El cohabitar con el lugar y sus vecinos, viviendo en las mismas condiciones que ellos, le permiten convertirse en una más del lugar, no en un turista o espectador, requisito fundamental para obtener unos resultados comprometidos.

En las salas del Ceart, la artista presenta en primicia un proyecto sobre una cultura que, en este caso, sufre un aislamiento religioso. Se trata de un pueblo católico, Los Suiti, ubicado en la localidad de Alsunga y alrededores, en la parte occidental de Letonia, donde la confesión luterana es predominante. En el 2020 este proyecto itinerará al Museo de Arte Contemporáneo de Santiago de Chile y ha contado con el auspicio de la Dirac (Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores, Gobierno de Chile).

El auto-aislamiento al que se han visto abocados los Suiti ha ayudado a preservar sus costumbres tradicionales que ya tienen más de 400 años. El espacio cultural de esta comunidad se caracteriza por la existencia de una serie de rasgos distintivos: las cantinelas monótonas interpretadas por las mujeres, las costumbres vinculadas al matrimonio, las indumentarias tradicionales de colores vivos, su propia lengua, las tradiciones culinarias locales, los ritos religiosos y la conservación de un considerable repertorio de canciones, danzas y melodías folclóricas. La familia es el principal elemento de transmisión de generación en generación  y por tanto un baluarte muy importante para la salvaguarda de su patrimonio cultural. La Iglesia Católica, pilar de su identidad, se ha recuperado con éxito desde el fin de la era soviética, con lo cual el espacio cultural de los Suiti ha ido renaciendo paulatinamente. Sin embargo, hoy en día sólo un reducido grupo de miembros de la comunidad –ancianos en su mayoría– posee un buen conocimiento de los elementos de su patrimonio cultural. De ahí que sea urgente difundir su saber y asociar a más personas a su salvaguarda.

https://www.magdalenacorrea.com/

 

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