SALA B – DEL 28 DE ABRIL AL 26 DE JUNIO DE 2011

Es poco frecuente encontrar un ceramista como Irina Larios, que en cada obra mantenga el don de sorprendernos. Con demasiada frecuencia, y sin subestimar su buen hacer, muchos ceramistas realizan formas convencionalmente predecibles, y restringen la gama de sus esmaltes a una escueta paleta de color. En claro contraste Larios posee un genuino y fácil sentido de la creatividad. Su estilo es sofisticado y sus atrevidas y sugerentes formas están en constante evolución.

Su obra además de disfrutar de su propio y particular espacio, invitan al tacto, a ser sostenidas y a ser acariciadas. Esto no se debe únicamente a su belleza y armonía, sino que además conservan el vínculo original con la materia de la que fueron creadas, la Tierra. En el más amplio sentido, el mundo natural es parte de su esencia de tal modo que, incluso cuando las formas están deliberadamente distanciadas de él, la inspiración de Larios en la naturaleza intensifica su naturalismo. Su obra se inspira en él, y aunque deliberadamente se distancie de la naturaleza, la artista no deja de evocar su primordial naturalismo.

Sus esculturas están meticulosamente esmaltadas y Larios se desenvuelve con maestría en la aplicación de las más diversas técnicas de acabado. Su sentido de la tonalidad es refinado y aunque sus texturas mantengan una aspereza levemente sugerida, utiliza los esmaltes de una manera rica y sutil. Tanto expuesta en interiores como al aire libre nos deleita y ocupa su merecido lugar junto a la escultura en bronce, madera, ó mármol.

ROBERT GRAHAM
Periodista y CrÍtico del Financial Times

http://www.irinalarios.com/

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