CRISTINA GALÁN “Paul”
SALA C
Del 20 de febrero al 10 de marzo de 2020
Cristina Galán (Madrid, 92) es fotógrafa y realizadora audiovisual. Especializada en proyectos artísticos por el master de PHotoespaña. Actualmente está desarrollando su último proyecto fotográfico “Paul”, el cual ha sido seleccionado en diversos festivales nacionales e internacional, como Encontros da Imagem (Portugal), Viphoto Fest (Vitoria) o Athens Photo Festival (Grecia), y expuesto en sitios como El CAA (Centro de Arte de Alcobendas) o Muestra de arte Joven (La Rioja). La exploración de la identidad y la subversión de ésta, es un tema recurrente en sus trabajos fotográfico. Sus fotografías son espejos de realidades y personajes distópicos donde nuestra realidad más cercana es codificada bajo un mundo simbólico. El uso del color, los espacios, la caracterización de los personajes y la propia escenificación de la imagen son sus principales herramientas narrativas para crear historias con varios niveles de significado.
Proyecto
El universo de Paul es un espejo distópico de nuestra la sociedad. Mediante una serie de imágenes aparentemente idílicas, se nos ofrece una ventana a un mundo de personajes alienados, sin identidad, situados siempre en escenarios diurnos de tonos pastel donde la luz brilla las 24 horas del día. Un mundo de personajes mecánicos, inmóviles, que tras su sonrisa y su actitud naif esconden una palpitante oscuridad. La naturalidad impostada de los fotografiados, lo artificial de sus escenas, y el contraste entre el rosa (de los escenarios) y el negro (de los delirantes ojos de Paul) dan al espectador una sensación tan incómoda como espeluznante. Las fotografías de este proyecto exploran la hiperfelicidad, los cánones imposibles, la falsa perfección, y el culto al éxito y a la felicidad como pilares de una vida artificiosa que acaba por alinear al individuo y convertirlo en una mercancía vacía, casi más dispuesto a fingir ser feliz que a serlo. El mundo de Paul es un retrato pastel de un mundo aparentemente perfecto en el que el color negro, símbolo que la autora emplea para reflejar la infelicidad y las frustraciones de la sociedad de consumo, acaban supurando por la imagen como un presagio de un futuro hiperglobalizado, homogéneo e insoportable, que cada vez es más un peligroso presente.
