SALA B – DEL 16 DE OCTUBRE AL 16 DE NOVIEMBRE DE 2008

Las esculturas de Beatriz Carbonell son un trasunto de las acciones humanas representadas por la extremidad anatómica presuntamente menos estética, el pie. El pie se constituye en elemento simbólico, en una traslación alegórica de las vicisitudes que acontecen al individuo. El pie es protagonista, como una metáfora, del discurrir cotidiano, de los paisajes y los escenarios comunes, del fluir de la vida, en suma. Otros artistas han centrado su obra en algún otro elemento orgánico del ser humano, la cabeza, la mano, el torso, pero más difícilmente han prestado atención al pie, objeto según algunas culturas de desprecio y del ninguneo más absoluto. Beatriz Carbonell lo erige en centro del universo, en el nudo gordiano de la experiencia vital, ya digo.

Luego están los jardines. Jardines que aparecen como paraísos encapsulados, como espacios de vida mínima en el secarral inhóspito que los rodea, como pequeños tesoros a conservar. Beatriz recurre a unas pocas líneas sintéticas, apenas unas rayas, para compendiar la vida, para resumir la existencia vegetal en un medio hostil. Es quizás una imagen transfigurada de la soledad en estos tiempos difíciles que nos ha tocado vivir. Archipiélagos de esperanza ante el desconcierto de la vida actual.

Con estas obras, Beatriz Carbonell indaga y amplía las posibilidades expresivas de los materiales con los que trabaja, ensanchando aún más si cabe los horizontes de su coherente trayectoria artística

JOSÉ MARÍA CANDELA

http://www.beatrizcarbonellferrer.com/

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