SALA B – DEL 18 DE FEBRERO AL 4 DE ABRIL DE 2010

En la pintura de Teruhiro Ando predomina el poder expresivo de la mirada. En efecto, la suya constituye una clase singular de contemplación pictórica penetrante, a cuyo través, donde la gente únicamente vemos lo obvio, él alcanza a descubrir y plasmar lo singular, lo extraordinario, lo sorprendente, lo distinto.

Sus armas de pintor son un secreto a voces: el secreto de un artista en estado puro, que se atiene a las normas de su arte. Esas normas son, por una parte, las del dominio de los elementos plásticos y, por otra parte, la regla de oro que sólo los grandes maestros dominan: economizar los medios hasta lo preciso, y descubrir el sentimiento y la verdad profunda de las cosas, mostrando el sentido trascendente de Todo.

La consecuencia primera de sus sorprendentes representaciones de temas y motivos muy sencillos, tomados del ámbito de lo doméstico y cotidiano, es que esos asuntos aparecen en el cuadro cargados de un impacto visual extraordinario, un impacto diferenciado hasta lo subjetivo, que parece ser, además, la principal seña de identidad de este pintor.

En nuestra tradición figurativa, un cuadro es físicamente una superficie de dos dimensiones, un plano en el que el pintor es capaz de crear sensaciones de profundidad y de atmósfera real, palpitante y envolvente, a través de medios técnicos diversos y de un lenguaje personal y creativo.

JOSÉ MARÍN-MEDINA

http://teruhiroando.weebly.com/

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